Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 21 segundos

Llorar es tan necesario como reír en algunas ocasiones

Llorar es nuestra capacidad de aprender a soltar las cosas que nos duelen o producen mucha felicidad, también se llora por alegría, bienestar o sensibilidad. Llorar es natural, aunque sea un comportamiento reprimido en nuestra sociedad. No podemos mostrarnos frágiles y por eso cuesta tanto mostrar esa sensibilidad o humanidad que a veces tenemos. Nacimos llorando, eso debería ser una razón suficiente para naturalizar el llanto cuando se hace presente en nuestra vida. 

No te sientas culpable si ahora mismo la tristeza es la que maquilla tu rostro. Hay momentos en la vida donde nos veremos cara a cara con toda la sensibilidad que llevamos dentro. Y a eso yo le llamo, el darse el permiso de sentir, conectar con esas emociones y sentimientos que están ahí y quieren decirnos algo. He tenido que darme el permiso de romperme cuando menos quería hacerlo, era un momento de mucha sensibilidad, tristeza y pérdidas. Solo nos toca llorar cuando la vida duele, cuando una relación termina, cuando un ser querido muere, cuando nos sentimos desprotegidos con la vida. Lo sé, no es nada sencillo reconocer que no hay nada malo con estar mal en algunas ocasiones. No hay nada malo en llorar, es necesario en muchas ocasiones. 

Recuerdo varias veces en medio de mi duelo por la muerte de un ser querido, que de repente me ponía a llorar en la calle, me pasó dos cosas curiosas. En una ocasión una chica se detuvo y me dijo que no llorara, que eso era malo. Que todo se iba a poner bien. No estamos preparados para validar las emociones tristes de las personas que tenemos cerca. En otra ocasión, tuve que detenerme porque estaba sintiendo un ataque de pánico, estaba llorando y mucho. En ese momento se acerca una persona y me preguntó ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Necesitas algo? ¿Llamo a alguien? Y ahí entendí que no había nada malo en llorar y que otros me vieran. (Me cuesta mucho mostrarme vulnerable en algunas ocasiones). 

Llora:

Si hay dolor

Pérdidas

Decepciones

Tristeza

Llora, cuando llegue la sensación que no puedes más o que no sabes qué hacer. Es la vida y no pasa nada por drenar el alma mediante las lágrimas. El llanto tiene su razón de ser, en muchas ocasiones es nuestra única manera de desahogarnos y sobre todo el darnos el permiso de sentir. Y qué saludable es hacerlo cuando llevamos tiempo reprimiendo y queriendo escapar de algo que nos duele. 

Llorar tiene aportaciones positivas cuando lo hacemos 

  • Nos permite sentir.
  • Libera emociones y luego produce sensación de paz o de relajación. 
  • Hidrata los ojos.
  • En un sentimiento que nos ayuda a reconocer qué cosas nos duelen en la vida
  • Nos muestra lo humano que somos. 
  • Nos hace liberarnos del estrés.
  • Es un analgésico natural para el cuerpo.

Deja de creer que llorar es una debilidad, para nada lo es. No eres menos fuerte por mostrar que a veces hay cosas en la vida que te hieren, te rompen o te hacen mucho daño. Somos humanos, sentimos, nos rompemos, nos frustramos, de alguna manera tendremos que sacar todo aquello que pesa en algunas ocasiones. Llorar es nuestra manera de liberarnos y no reprimir nada que nos hagan daño más adelante. 

Llorar es terapéutico, nos permite vaciarnos de todo aquello que ya no es necesario en nuestra vida. Aunque no lo creas es sanador, porque en ese proceso de sentir reconocemos esa parte sensible que nos regala la vida. 

Cuando sientas que necesitas llorar, hazlo. Date ese permiso. Deja que las lágrimas sean libres de salir, no reprimas nada. 

Llora, deja salir todo aquello que duele en ti. 

Llora, libérate de aquellas cargas innecesarias que llevas sosteniendo hace tiempo. 

Para volver a estar bien es necesario sacar todo aquello que nos duele, que nos hunde y nos hace vivir aferrados al pasado que un día dolió. De ahora en adelante cuando la tristeza llegue, hazle saber que le recibes con fecha de caducidad. Que es un huésped, siempre será bienvenida. 

Después que aprendí a respetar mis lágrimas, reconocí que no hay nada malo en llorar y liberar la tristeza llorando. Y cuando hay razones justificables para conectar con el llanto, hazlo. En medio de mucho dolor, con la tristeza en mi piel, tuve que romperme y aceptar que no era fuerte, era humana con muchos sentimientos. 

El universo no te está castigando, la vida no está en contra de ti, todos los seres humanos tenemos procesos de dolor, donde llorar y recibir la tristeza será parte de nuestra vida. 

Llorar es respetar nuestro proceso, aceptando que ese momento presente solo nos toca SENTIR y que valientes es sentir cuando hay mucho dolor presente.

Abraza tu dolor 

Reconoce que esto es algo transitorio, esto no va a doler toda la vida. 

No hay nada malo con la tristeza, es tan necesario como reír en algunas ocasiones. 

Llora y rómpete cuando la vida te pida detenerte para sentir. Siempre y cuando no te quedes hundida en ese proceso por mucho tiempo. Si no sabes cómo salir de ahí, no olvides que siempre se puede buscar ayuda, nunca estamos tan solo como creemos. 

De ahora en adelante cuando la vida te quita cosas o personas, te llenes de tristeza o decepciones y tu rostro se maquille con lágrimas, date ese permiso. Aquellas cosas que reprimimos por mucho tiempo saben sacar facturas emocionales muy caras más adelante. Las cosas que nos hacen daño y ocultamos al final suelen salir mediante; estrés, ansiedad, depresión, incertidumbre, crisis existencial, lo único que puedes hacer es llorar e intentar liberarte emocionalmente llorando. 

Llora es natural hacerlo. 

Llora y deja de creer que tienes poderes. 

Llora, la vida te está pidiendo que hagas limpieza. 

Llora, ese dolor presente es real y merece ser expulsado. 

Llora, más adelante te sentirás mejor por sacar todo eso que ahora mismo te duele. 

Llora y hazlo todas las veces que quieras y puedas hacerlo.

Alexa ❤

Imágenes de: Adobe Stock

Loading

Escrito por

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.