Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 37 segundos

Cargamos con tantas heridas, traumas, miedos, frustraciones y resentimientos que se van quedando por mucho tiempo en nuestro cuerpo. Vas a necesitar en algún momento de tu vida escucharte para comprender todas esas cargas emocionales que no te ayudan a sostenerte en el presente. 

Escucharse a una misma implica ser honestas con nuestro proceso. Bendita honestidad que sirve para ponerle nombre a todo lo que duele. 

De seguro es una pregunta que te haces y no encuentras una respuesta lógica. Escucharnos es una manera de cuidar nuestra salud mental. No concibo una salud mental sana, si no hay espacios para escucharnos.  

Nos escuchamos para apaciguar el dolor que invade nuestra alma y nos lleva a huir de nosotras mismas. 

Nos escuchamos para comprendernos y reconocer quienes somos en diferentes escenarios. 

Nos escuchamos para perdonarnos y no castigarnos con cosas de nuestro pasado. 

Nos escuchamos para refugiarnos en una misma y entender que no es justo que no seamos un lugar seguro para habitar. 

Nos escuchamos para aplicar la autocompasión y hacer de ella un básico en nuestra vida. 

Nos escuchamos para mirar hacia dentro y no repetir patrones insanos. 

Nos escuchamos para sostenernos. 

Nos escuchamos para cicatrizar y ocuparnos de nuestras heridas. 

  1. Saben escucharse. No evitan sus pensamientos y mucho menos viven fingiendo estar bien cuando no lo están. Ese dolor, esa herida, ese trauma que tanto intentas ocultar y dejar en lo más profundo de tu ser, no pueden convertirse en experiencias superadas, hasta que no te permitas escucharlas.
  2. Observan sus pensamientos con objetividad y no se etiquetan con ellas. Reconocen que tienen derecho a sentir lo que sienten y saben perfectamente que no son sus pensamientos. Es imposible que puedas resumir todo lo que eres en cosas temporales. 
  3.  Se permiten sentir y hacerles espacios a sus emociones e incluso aquellas que son desagradables de escuchar. 

  • Terapia: para aprender a ponerle nombre a todo lo que no entiendes. Y volver a reconectar con esas cosas que vives ocultando en lo más profundo de tu ser. 
  • Escribir como método terapéutico: te lo recomiendo. Escribimos para parar. Para darnos un abrazo cálido y reconocer todo lo que a veces no sabemos identificar con palabras. 
  • Bailar: mover nuestro cuerpo es una manera de liberarnos y soltar. Y a la vez sirve para conectar con una misma. 
  • Hacer nada: a muchas personas esto le puede llegar a parecer algo aburrido. E incluso aburrirse puede convertirse en algo terapéutico en muchas ocasiones. Hacer nada te permite no ocuparte con muchas cosas y a la vez le bajas un poco tu nivel de autoexigencia. 
  • Autocompasión: con ella podrás sostenerte, sin ella te vas a hundir y perder en tu propio proceso. 

Sentir implica que vas a necesitar tiempo para poder procesar lo que no entiendes. Para ponerle nombre a tu dolor y cuidar de ti con mucha autocompasión. 

La única manera de que puedas tener de verdad todo bajo control en tu vida, es permitiéndote sentir y escucharte.  

Sentir es un regalo que te haces para estar presente en tu vida. 

No puedes evitar escucharte y pasar toda la vida ocupada para no verte cara con tus pensamientos y emociones. 

No puedes tener una sana autoestima si siempre estás evitando escuchar el ruido que hay en tu cabeza. 

No debería ser un peligro el hacer pausa para estar contigo y tu mundo interior, si es así tendrás que ir a terapia. 

No estarías en una relación con alguien que siempre está evitando prestarte atención o validarte. Pues, si eso fuese incómodo para ti cuando otros lo hacen, comienza a escucharte y deja de ignorarte.

Alexa Dacier

Te veo en consulta /Agenda abierta

Psicóloga/ Terapeuta sexual y de pareja

Loading

Escrito por

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.