
Si alguna vez pensaste en desaparecer… quiero que leas esto con calma
Si alguna vez te cruzó por la mente la idea de desaparecer, si alguna vez deseaste que el dolor terminara, que la vida dejara de pesar tanto, quiero pedirte algo muy sencillo pero profundo: quédate conmigo un momento más y lee esto despacio, con calma, como si fuera un abrazo escrito solo para ti.
Quizás hoy estés cansada, cansado. Quizás llevas demasiado tiempo con una sonrisa forzada, contestando “todo bien” cuando por dentro tu mundo se derrumba. Tal vez lo que nadie ve es que cada mañana te cuesta levantarte, que el simple hecho de respirar se siente como una tarea enorme, que ya no encuentras motivación ni sentido. Puede que te mires al espejo y no reconozcas a la persona que ves. Y en medio de todo ese peso, la idea de desaparecer aparece como una salida, como un descanso.
Quiero decirte algo con el corazón en la mano: no eres rara, no eres débil, no eres menos por sentir esto. Lo que sientes tiene nombre: agotamiento, desesperanza, dolor profundo. Nadie elige sentirse así. Nadie decide de repente “quiero que todo termine” como si fuera un simple capricho. Ese pensamiento nace del cansancio acumulado, de las heridas no atendidas, del dolor que nadie ve.
El silencio pesa más que el dolor
Muchas veces cargamos en silencio porque nos convencieron de que hablar incomoda, de que expresar lo que sentimos es exagerar, de que “hay gente peor”. Y entonces te callas. Guardas las lágrimas en el baño, escribes mensajes que nunca envías, sonríes en reuniones donde lo único que deseas es desaparecer. El silencio termina pesando más que el propio dolor.
Pero quiero recordarte algo importante: el silencio no te protege, el silencio te aísla. Lo que se calla se acumula, y lo acumulado duele más. Si alguna vez pensaste en desaparecer, quizás lo que en realidad deseabas era un lugar seguro donde poder descansar, un espacio donde poder soltar la carga, un hombro donde llorar sin sentirte juzgada.
Y ese espacio existe. Puede estar en una persona de confianza, en un profesional de la salud mental, en un grupo de apoyo, incluso en un diario donde escribas tu verdad. No importa el formato: lo que importa es que no lo vivas en soledad.
Tu vida importa, incluso en los días en que no lo crees
Sé que esta frase puede sonar vacía cuando estás hundida en la oscuridad. “¿Mi vida importa? ¿A quién? ¿Para qué?”. Y sin embargo, aunque hoy no lo veas, tu existencia tiene huellas que ni siquiera imaginas.
Piensa en las veces que alguien se sintió acompañado por ti, en cómo tu risa cambió un instante gris, en los momentos en que tu presencia sostuvo silenciosamente a alguien que lo necesitaba. Tal vez lo olvides, pero ya has sido luz para alguien más. Y eso significa que puedes volver a serlo, empezando por ti misma.
Tu vida importa porque eres irrepetible. Porque hay historias que solo tú puedes escribir, canciones que solo tú puedes cantar, abrazos que solo tú puedes dar. Importa porque incluso en medio de la tormenta, sigues aquí.
Desaparecer no es lo que en realidad deseas
Cuando el dolor es muy grande, la mente nos engaña: nos hace creer que queremos desaparecer. Pero en realidad, lo que quieres no es dejar de existir, lo que deseas es dejar de sufrir. Quieres descanso, calma, silencio interior, un alivio de todo lo que pesa.
Y aquí hay algo poderoso: sí existen caminos para aliviar el dolor que no pasan por desaparecer. Puede que no lo veas ahora, puede que tu mente solo vea oscuridad, pero la calma también es real y posible. La tristeza no dura para siempre, los pensamientos oscuros no son verdades absolutas, las emociones cambian. Lo que hoy parece eterno mañana puede transformarse.
No tienes que resolverlo todo ahora. No debes tener la respuesta ni la fuerza total. Basta con dar un paso pequeño: pedir ayuda, escribir lo que sientes, llamar a alguien, acudir a terapia, respirar un poco más despacio.
No tienes que cargar sola
Hay una trampa muy cruel en el dolor: la idea de que “nadie me va a entender”. Y aunque no todo el mundo lo entienda, siempre hay alguien dispuesto a escuchar.
Pedir ayuda no es rendirse: es un acto de valentía. Es mirarte y decir: “no puedo con todo, necesito sostén”. Y eso está bien. Nadie puede con todo. Nadie debería.
Tal vez pedir ayuda te asuste, pero tu historia no se termina aquí. Siempre hay un después. Siempre hay un espacio para volver a empezar, aunque al principio se vea pequeño.
Una carta para ti
Si alguna vez pensaste en desaparecer, quiero regalarte estas palabras como si fueran un refugio:
- No eres tu tristeza.
- No eres tu dolor.
- No eres la desesperanza que hoy te grita.
- Eres mucho más que este instante difícil.
- Eres la posibilidad de un mañana distinto.
- Eres la voz que todavía busca ayuda.
- Eres la valentía de seguir respirando.
Aunque hoy no lo sientas, estás dando pasos. Estás aquí, leyendo esto. Eso ya es un acto de resistencia, un acto de vida.
Lo que puedes hacer ahora
No debes tener un plan perfecto. Solo algunas cosas pequeñas que pueden darte un respiro:
- Escribe lo que sientes. No lo edites, no lo pienses demasiado. Vacía el dolor en un papel.
- Habla con alguien. Puede ser un amigo, un familiar, un profesional. Tu voz merece ser escuchada.
- Respira despacio. Pon una mano en tu pecho y otra en tu vientre. Inhala contando hasta 4, exhala contando hasta 6. Hazlo varias veces.
- Permítete descansar. Dormir, apagar el móvil, tomar un té caliente. El mundo puede esperar un momento.
- Recuerda que pedir ayuda es válido. Hay líneas de apoyo y profesionales que pueden sostenerte.
No estás sola, no estás solo
Lo sé: el camino no es fácil. Hay días en los que todo se siente demasiado. Pero quiero repetírtelo: no estás sola. Hay personas que quieren verte aquí, que necesitan tu risa, que desean que tu historia continúe.
A veces, sobrevivir no se trata de ser fuerte, sino de sostenerse un día más, una hora más, un minuto más. Y mientras tanto, buscar manos que te acompañen.
Cierro con esto
Si alguna vez pensaste en desaparecer, quiero que leas esta última parte con toda tu atención:
👉🏼 Tu vida no termina aquí.
👉🏼 No eres tu dolor.
👉🏼 El cansancio no es eterno.
👉🏼 Hay calma esperándote, aunque hoy no la veas.
Si en este momento el dolor es demasiado, busca ayuda inmediatamente. Llama a un amigo, a tu psicóloga, a una línea de emergencia de tu país. No te quedes en silencio.
El mundo necesita tu voz, tu historia, tu risa, tus abrazos. El mundo necesita que sigas. Tú necesitas seguir.
Y aunque ahora no lo creas: lo que sientes puede transformarse, tu vida puede volver a brillar, y tú mereces vivir para verlo.
📌 Nota importante: Este texto es un recordatorio compasivo, pero no sustituye la ayuda profesional. Si en este momento tienes pensamientos suicidas, por favor, contacta con una línea de emergencia en tu país o acude a un servicio de urgencias. No estás solo en esto.

CON CARIÑO: ALEXA DACIER