Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 47 segundos

Carta para quien te hizo daño

Te dedico estas líneas para sacar toda la rabia y el dolor que llevo dentro. Quizás nunca leas esta carta, pero es mi terapia para soltar todos los sentimientos extraños que llevo desde que viví la peor decepción a tu lado. Tu partida, me lastimó, creí morirme cuando ya no estabas en mi vida. Confiar ciegamente en ti, fue el peor error que llegué a cometer, no era consciente del daño que me hacia el darte tanto y olvidarme a la vez de mí.

Hoy me imagino que estamos juntos tomando un café, en esa cita te hablo libremente del daño que dejaste en mí y lo terrible que fue dejarte ir cuando aún te quería. Era muy incomodo odiarte y quererte a la vez, era difícil asimilar que no eras para nada la persona que llegué a conocer. Fue una pesadilla el dejarte de querer, porque amarte como lo llegué hacer ya no era justo para mí.

Con tu partida me sentí rota, tan rota que creí que era muy difícil volver a ser quien siempre fui. Dentro de mi había tanto dolor, que era imposible volver a creer y dar a otros lo que un día te llegué a dar. Mis cicatrices me marcaban y me alejaban a la vez de todo lo bueno que podía ofrecer.

Tenia rabia, por pensar en todas esas promesas que no llegaste a cumplir. Era tan difícil asimilar que tú no eras lo que yo siempre quería amar.

El rencor era parte de mí día a día, odié tanto lo que me llegaste hacer, que creí que todos serian capaces de lastimarme de nuevo como tú lo hiciste. Ese rencor me hizo vivir bajo la sombra del miedo y era difícil escapar de esa emoción que me hacia esclava de las cosas bonitas que podía volver a sentir al lado de otra persona.  Me castigaba todos los días por no ser capaz de ver en tus ojos que nunca fuiste la persona que pensé conocer.

Tenia que ponerle nombre a todo el daño que dejaste en mí. Daño que no sé porque razón llegaste a regalarme cuando no me encontraba lista para recibirlo. Me llené de valentía y decidí afrontar ese dolor que me hacía sentirme lo peor, por confiar tanto en ti.

Te amé, como nunca llegué a amar a nadie en toda mi vida. Pensé que con tu partida iba a caer en la locura, pero no fue así. A pesar de lo rota que me encontraba, seguía fuerte en medio del caos. No perdí nada que no pueda volver a encontrar en mi vida, pero te aseguro que si me hubiera dado cuenta del daño que me harías, nunca te hubiera dejado entrar ciegamente en mi corazón.

El dolor que llevé me enseñó a no olvidarme de mí cuando todos decidan irse. No quería un juntos para siempre contigo, pero me hubiera encantado despedirme de ti, sin el alma rota. Comprendí que tu cobardía siempre era mayor que todo lo que juntos llegamos a vivir. No te importó respetarme y cuidarme desde el principio hasta el fin.

http://www.seguimosalexadacier.com/producto/desahogate-chat/

Fue mucha cobardía de mi parte pedirte que me dieras lo que yo a ti te daba. No podías darme lo que no tenias y esa era la razón por lo cual me dolía aceptar que me podías lastimar sin piedad alguna. Quise condenarte por el daño que me hiciste, pero era llenar mi vida de más rabia, dolor y angustia que no podía seguir sintiendo.

Al final comencé a darte las gracias por el daño que me hiciste, era la única manera que tenia para abrir los ojos y no seguir siendo el juguete de tu cobardía. Qué triste fue conocer la verdadera cara que siempre llevabas.

Fue difícil aceptar y llegar a comprender que para nada me merecía un amor tan vacío como el que tú me ofrecías. Con lagrimas en los ojos tenia que seguir el curso de la vida después de tu triste partida.

Tu única misión en mi vida fue dejarme rota cuando más creí que te necesitaba. Fue terrible comenzar a contar nuestras historias sin una lagrima en el rostro.

No hay nada que duela más que llevar dolor en el alma. Un dolor que no ves, pero lentamente te consume y te deja sin ganas de querer seguir el curso de la vida. Era imposible no llorarte como si de una muerta física se tratara. Tuve que enterrarte incluso cuando aun vivías.

Quizás creas que aún sigo llorando por tu ausencia, pero al final de todo lo nuestro se terminó por tu falta de interés de luchar por lo que un día parecía que nunca a su fin llegaría. No era necesario que me eligieras todos los días, podía entender que un día decidieras irte, lo que nunca llegaré a comprender fue tu falta de empatía para no lastimarme.

No te escribo para que vuelvas, ambos sabemos que sería imposible volvernos a ver sin llevar tanto dolor en el alma. Te hablo desde mi coraje y las ganas que tengo para seguir viviendo cuando muerta me dejaste.

Mi vida se perdió por mucho tiempo y era imposible no odiarte con todo el daño que me hiciste. No había necesidad de lastimar a quien te amaba sin nada a cambio. No necesito guardarte rencor y mucho menos recordarte todos los días el caos que dejaste en mí. Si de verdad todo pasa por algo, solo me queda darte las gracias por enseñarme el valor de dar lo mejor de mí a las personas que nada bueno de mí merecían.

No te escribo para que creas que aun sigo extrañando tu llegada, hace tiempo que asimilé que ya no eras parte de mis noches oscuras. El amor también se acaba cuando comenzamos a amarnos a nosotros cuando otros decidieron dejar de hacerlo.

Ni te deseo lo mejor ni mucho menos lo peor, te deseo lo que la vida quiera y pueda darte. Que te vaya bonito y que la vida te de lo que te mereces. Hace tiempo deje de centrarme tanto en el daño que me hiciste, la nueva tarea es centrarme en mí y reconstruirme en medio de mi desgracia.

Gracias por darme la oportunidad de volver a comprometerme de nuevo conmigo. Ya era tiempo de amarme y cuidarme como tú nunca lo hiciste. Era mi responsabilidad el estar en paz conmigo, no eres culpable de nada. Cada uno da lo que tiene y lleva dentro.

Alexa ❤️

Error: Formulario de contacto no encontrado.

[yasr_visitor_votes size=»medium»]

Loading

Escrito por

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.