Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 29 segundos

¿Por qué odio a mi ex?

Hace 7 años atrás estaba en clases de psicoanálisis, recuerdo como ese profesor nos habló de qué del amor al odio solo tenemos un paso. Que la misma intensidad y energía que usamos para amar, es la misma que tenemos para odiar a alguien. Y sí, el odio existe y todos conocemos ese sentimiento tan tóxico que a veces invade nuestro cuerpo, cuando nos hemos sentido abusados emocionalmente o traicionados, esta ahí y nos pertenece. Lo difícil del odio, es el cómo lo gestionamos, porque cuando estamos enamorados queremos mostrarlo y cuando sentimos rencor por alguien es muy difícil callarlo del todo.

Todos conocemos esas relaciones donde parecía que el amor era más fuerte que cualquier cosa, donde verlos juntos era ver una película romántica que no tenia final. Pero pasa el tiempo y esas personas que se decían amarse, no pueden verse ni en pintura. ¿Qué pasó? Es impresionante como dos personas que habían compartido tanto, se pueden convertir en enemigos y comenzar a vivir en guerra total.

Esas situaciones están como el pan de cada día, pocas relaciones hoy en día saben terminar por la sano, vamos de paso por la vida de los demás y a la hora de salir de sus vidas, no tenemos la menor idea de como irnos sin hacer daño.

“Ayer nos amábamos con locura” “ Quería todo con mi ex” “ Pensé que nuestro amor era sincero” “ Me hizo mucho daño y por eso comencé a odiarle” “ Me dejó por otra persona y nunca le perdonaré eso” “Estábamos bien y de repente me dijo; que ya no me quería” “Según él solo me ve como una amiga y que no sabia como decírmelo” Estas frases son muy típicas de aquellas personas que han pasado del amor al odio, sentirse traicionadas, abandonadas o utilizadas emocionalmente.

Dicen que el odio en ocasiones es el amor disfrazado, es cuando tenemos que luchar con el desamor y no tenemos la menor idea de cómo hacerlo. Es una lucha de soltar, dejar ir a alguien que queríamos en nuestras vidas y el aceptar eso no siempre resulta ser fácil.  Automáticamente pasamos al odio para autoengañar un sentimiento que sigue ahí.

¿Por qué odio a mi ex, si lo llegué a amar con todas mis fuerzas?

El amor no correspondido se convierte en dolor de cabeza, insomnio, maratón de lágrimas e incluso decepción en creer de nuevo en el amor. Odiamos al otro porque a veces cuando necesitamos que nos quieran, esa persona no está en la disponibilidad emocional de hacerlo. Ese odio surge cuando vemos que esa persona no le importó para nada todo lo que hicimos por el o ella (No es sacar nada cara, pero todos nos merecemos un amor donde la reciprocó esté presente).

A veces ese odio nos hace mucho daño, es nuestro ego sintiéndose traicionado y eso nos puede llevar a vivir en guerra con nosotros. Lo malo de esto, es cuando queremos introducir la venganza. “Pagarás por lo que me hiciste” “Te lo di todo y me dejaste sin nada” “Tenias que decirme que no me querías y no jugar con mis sentimientos” “Nadie te va a querer como yo” Una dinámica muy tóxica que no nos lleva a ningún camino seguro. Recuerdo cuando le conté a un amigo lo que mi ex me había hecho, las palabras de ese amigo fueron: “no lo odies y mucho menos busques vengarte, porque el daño es para ti y no para esa persona que ya es feliz”

Siempre digo, hay finales que duelen y son aquellos donde no tenias la menor idea de que se estaba desgastando la relación o quizás sí y no querías verlo. Por eso pasamos tan rápido al odio, son cúmulos de decepciones constantes y que decir cuando vamos descubriendo tantas cosas negativas de alguien que nunca mostró su otra cara en la relación. Hay finales que nos enseñan que nunca conocimos del todo a la persona que teníamos cerca y eso siempre duele.

Algo que debemos tener muy claro, es que ese odio surge cuando esa otra persona es indiferente con nosotros, donde ya es obvio que no quiere seguir a nuestro lado y ahí nos vemos luchando y exigiendo un amor que la otra persona YA NO QUIERE DARNOS.

Científicamente hay estudios que nos hablan de porque surge esto; el odio y el amor tienen la misma intensidad emocional, aquellas emociones que comparten el mismo recorrido neurológico tienden a tener reacciones parecidas, aunque sean de un extremo al otro. 

Cuanto mayor sea la intensidad o el amor que sentimos tener por esa persona y llega una ruptura que no veíamos venir, mayor será nuestro paso para sentir odio. Esto surge con el tipo de ruptura, decepciones o que hizo esa persona para ponerle fin a algo que ambos estaban compartiendo.

Así que, si estas creyendo que eres la peor persona por odiar a alguien que llegaste a querer, no es locura. Es algo neuronal y esto puede ser algo muy puntual.

El odio es la señal de que alguien hirió, lastimó y despertó nuestro maldito ego. Es la evidencia de esos vacíos emocionales que llevamos dentro y también esas deudas emocionales que tenemos pendientes con nosotros. Esto también surge con la poca tolerancia que tenemos con las traiciones, las mentiras e incluso con el sentirnos abandonados. Todo esto nos puede llevar a culpar a la otra persona por este sentimiento tan tóxico que en ocasiones se nos hace difícil digerir.

El odio alimenta emociones tóxicas, es la emoción que dirige nuestra vida a un circulo vicioso, donde herir y hacer daño a quien creímos que nos hico daño, será muy constante. Esto lo único que nos lleva es el no aceptar la ruptura y no hacer un duelo emocional lo más sano posible. Esto puede condicionar mucho lo que será nuestras próximas relaciones futuras, por ello, si ese sentimiento lo estás sintiendo intenta que solo sea una emoción pasajera y que no se quede por mucho tiempo.

Aunque creas que estas ganando por odiar y vengarte, no lo estas haciendo. Solo pierdes y mucho.  Lo único saludable para ello, es alejarnos, aunque duela, seguir nuestro camino y CICATRIZAR. 

Alexa ❤

Loading

Avatar del usuario

Escrito por

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.