
Cómo la escritura me ayudó a sanar mis heridas más profundas

En 2018 viví uno de los años más oscuros y difíciles de toda mi vida. Fue un año en el que el dolor golpeó con tanta fuerza que parecía que nada podría sostenerme.
Perdí a una hermana, alguien que para mí era luz y apoyo, y esa pérdida me desgarró el alma. Pero no solo fue la muerte de mi hermana lo que me hundió, sino la distancia física que me separaba de mi familia en esos momentos tan dolorosos.
Yo estaba en el extranjero y no podía viajar. No pude estar ahí para despedirme, para abrazar a mi madre, a mis hermanas, para llorar juntas. Me sentía atrapada en una jaula invisible hecha de culpa, tristeza y desesperanza.
La culpa fue una de las emociones más fuertes que me acompañó durante esos meses e incluso años. Me culpaba por no haber estado allí, por no poder cambiar lo que había pasado, por sentirme incapaz de sostener a mi familia en ese momento tan duro.
Esa culpa se transformó en un peso insoportable, que me llevó a un profundo estado de depresión. Me sentía perdida, desconectada de mí misma, y con pensamientos intrusivos que me decían que no valía la pena seguir, que el dolor era demasiado para soportarlo.

ESCRÍBETE reto de escritura terapéutica / 11 días
Inicio 01/06/2025
Finalización: 11/06/2025
No sustituye la terapia.
Regalo de 100 preguntas para hacer journaling.
Un viaje terapéutico de escritura para sostenerte, reconocerte y abrazarte con compasión.
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“Es más que un reto.
Es un abrazo en forma de palabras.
Es un espacio para parar, sentir, escri…
Fue entonces cuando busqué ayuda profesional y empecé terapia. La terapia me dio un espacio seguro para desahogarme, para entender mis emociones y para empezar a construir herramientas para sostenerme en medio de la tormenta. Pero hubo algo más, algo que desde dentro me sostenía cuando parecía que todo se desmoronaba: la escritura.
Había dejado de escribir años atrás. La escritura, que alguna vez fue un refugio y una pasión, había quedado olvidada en algún rincón de mi vida. Pero en ese momento, sin pensarlo mucho, volví a tomar un cuaderno y un bolígrafo y empecé a escribir. Al principio, fue difícil. Las palabras salían con dificultad, llenas de dolor, de miedo, de confusión. Pero escribir se convirtió en una necesidad, una forma de sacar afuera todo ese peso que llevaba dentro.
La escritura me ayudó a escucharme. En medio del caos emocional, escribir me permitió detenerme, poner atención a lo que sentía y darle un espacio a cada emoción. No importaba si era tristeza, rabia, culpa o miedo; todas esas emociones podían ser expresadas y contenidas en las páginas de mi cuaderno. Era como tener una conversación conmigo misma, una conversación profunda y honesta que me permitía reconocer mi dolor sin juzgarme.
Cada vez que escribía, sentía que me acercaba un poco más a mí misma. Era como si las palabras fueran un puente que conectaba mi corazón con mi mente, que me ayudaban a ordenar el desorden que sentía por dentro. Poco a poco, la escritura se volvió una forma de acompañarme, de ser mi propia compañía cuando sentía que nadie más podía estar allí para mí.
Además, escribir me dio la posibilidad de transformar mi dolor en algo que podía entender y procesar. No se trataba de olvidar o de evitar lo que había pasado, sino de integrar esa experiencia en mi historia, de encontrar un sentido a pesar del sufrimiento. La escritura me enseñó que el dolor puede ser un maestro, aunque duela profundamente, y que al mirarlo de frente con amor y compasión podemos encontrar caminos hacia la sanación.
Lo más hermoso de todo esto fue darme cuenta de que, a través de la escritura, podía sostenerme a mí misma. Que podía ser mi propio refugio cuando todo parecía derrumbarse. Que podía aprender a escuchar mis necesidades, a cuidar de mis heridas, y a ofrecerme ese amor que a veces esperaba recibir de afuera pero no llegaba.
Esta experiencia fue transformadora para mí y me mostró el poder que tienen las palabras para sanar. Me di cuenta de que no hace falta ser escritora profesional ni tener experiencia para usar la escritura como una herramienta terapéutica. Solo hace falta tener la intención de escucharse, de permitirse sentir y de abrazar la propia vulnerabilidad.
Por eso hoy quiero compartir esta experiencia con otras mujeres que, como yo, sienten que no pueden sostenerse, que están atravesando heridas profundas, que sienten miedo o soledad y no saben por dónde empezar a sanar. Quiero decirte que la escritura puede ser ese espacio seguro que te ayude a encontrarte contigo misma, a acompañarte en el dolor y a descubrir que, aunque duela, estás viva y mereces amor, empezando por el amor hacia ti misma.
Sé que en momentos de sufrimiento puede parecer imposible abrirse y escribir, puede parecer que las palabras no alcanzan para contener todo lo que sientes. Pero justamente ahí es donde la escritura se vuelve más necesaria. Porque no se trata de escribir bien o de hacer textos perfectos, sino de dar voz a lo que está callado, de ser honestas con nosotras mismas y de permitir que nuestras emociones fluyan.
Cuando escribes desde el corazón, desde ese lugar vulnerable y auténtico, estás dando un paso gigante hacia la sanación. Estás diciéndote a ti misma: “Te veo. Te escucho. Estoy aquí contigo.” Y esa presencia contigo misma es el primer acto de amor propio que puede transformar tu vida.
Hoy te invito a que te des la oportunidad de escribirte, de abrir ese espacio interno para sentir y expresar lo que llevas adentro. No importa si no sabes cómo empezar, no importa si piensas que no tienes nada que decir. Solo toma un cuaderno, una hoja o tu móvil, y comienza. Puede ser con una frase sencilla: “Hoy siento…”, “Me duele…”, “Necesito…”. Lo que salga, déjalo fluir.
Si quieres acompañamiento, apoyo y un espacio guiado para hacer este proceso con amor y respeto, he creado un reto terapéutico de escritura de 11 días, pensado especialmente para mujeres que quieren volver a sí mismas, aprender a sostenerse y escucharse, incluso cuando el ruido del mundo parece más fuerte que su propia voz.
Porque sé lo que es sentir que no puedes más, sé lo que es estar en ese lugar oscuro donde parece que no hay salida. Pero también sé que la escritura me salvó y sé que puede salvarte a ti también.
La escritura me ayudó a sanar mis heridas más profundas y a encontrar un camino de amor y esperanza. Hoy quiero invitarte a que lo vivas por ti misma.
No estás sola. Estoy aquí para acompañarte en este viaje hacia tu interior.
Con cariño, Alexa Dacier
Hay espacio disponible para acompañarte en consulta.

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