Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 24 segundos

¿Cómo aprender a ponerme en primer lugar?

Nuestra vida se convierte en un caos cuando no sabemos ponernos a nosotras mismas en primer lugar. Todos deciden por nosotras, todos saben que cosas nos convienen, todos cuestionan cómo estamos viviendo nuestra propia vida. Y aunque esas personas lo hacen desde el amor o el cariño, a veces duele mucho no saber poner límites y dejar de permitir cosas que no queremos en nuestra vida. Nadie va a morir por ti, nadie tomará tu lugar cuando te toque irte, por ello, aprende a tomar la rienda de tu vida. Aprende a que tienes el poder y la capacidad de vivir tu vida a tu manera, a tu ritmo.

Es tu vida, no dejes que otras personas también lo vivan. Es tu vida, comienza a ver que cosas bonitas puedes hacer por ti. La vida puede ser muy corta para no tener la oportunidad de vivirla y disfrutarla.

Ponerse en primer lugar, es quedarnos en un lugar seguro. Donde emocionalmente hay paz a la hora de tomar nuestras propias decisiones.

Ten una relación sana contigo

¿Cómo es la relación que tienes contigo?

¿Cómo te tratas cuando todo va mal en tu vida?

¿Cómo te hablas cuando emocionalmente no puedes más?

No podrás ponerte en primer lugar, si no tienes una relación sana contigo misma. Es la base de todo, entendiendo que a veces será fácil amarte, cuidarte, estar ahí para ti, pero, como en cualquier relación, el trabajo para conseguirlo es diario.

Tener una relación sana con una misma, es ver cosas que refuerzan las cualidades bonitas que tenemos. Es el dejar de juzgarnos o criticarnos tanto.

Ponerse en primer lugar en dejar de ser nuestra enemiga.

Sé un lugar seguro para ti

Puedes ser un lugar seguro para ti, un lugar para acudir en muchas ocasiones. Un lugar para entenderte, comprenderte, validarte.

Para aprender a ponernos en primer lugar, necesitamos aprender a habitar con nuestros pensamientos, emociones y sentimientos. Deja de huir de ti y comienza a estar bien con la versión de quién eres.

Sé ese lugar donde irías corriendo cuando tu mudo se derrumba.

Sé ese lugar seguro para reír, llorar, bailar, sentir y amar.

No te aferres a las personas, lugares o situaciones que ya no dependen de ti

Cuando centras tu energía en cosas, lugares, situaciones que están lejos de lo que puedes GESTIONAR, te alejas poco a poco de ti. Y lo sé, soltar no es nada fácil en algunas ocasiones, pero, a veces es de vida o muerte hacerlo para poder seguir y vivir en paz con uno mismo.

Deja de aferrarte tanto a situaciones que lo único que hacen, es olvidarte por completo de ti.

Pon límites

No es truco mágico, pero como ayuda, los límites son un recordatorio del buen trato que te mereces en algunos lugares. Cuando pones límites te proteges, te pones a salvo y estás velando por tu bienestar emocional.

No siempre los demás podrán quererte sanamente, cuando eso suceda, recuerda cuáles son tus límites y no olvides dejarlos en evidencias.

Poner límites no siempre es fácil, pero, nadie te dará un lugar que tú misma no sabes darte.

¿Cuáles son tus límites?

¿Qué implica para ti poner límites?

¿Qué cosas puedes o no negociar con las personas que tienes cerca de ti?

Sé compasiva contigo

Te vas a equivocar en muchas ocasiones. No siempre tendrás claro qué cosas quieres para ti. La vida no será “fácil” en todo tiempo. Se irán personas, te traicionarán amigos, familiares, e incluso pareja. Cuando todo eso te suceda, no te des tantos latigazos. Sé compasiva, acompáñate desde el amor cuando tu vida se convierta en un caos que no puedes sostener.

La autocompasión es sostenernos desde el amor, cuando en nuestra vida hay mucho dolor.

La autocompasión te permite entender que no siempre podrás agradar o complacer a los demás. No has venido a este mundo a cumplir las expectativas que los demás tienen sobre ti.

Sé compasiva contigo cuando en tu vida hay mucho dolor.

Sé compasiva contigo cuando te sientes perdida.

Sé compasiva cuando otros dejan de quererte y dejan en ti heridas que no sabes sanar.

Sé compasiva contigo cuando tu autoestima desaparezca y no sabes cómo quererte sanamente.

Sé compasiva contigo, estarás bien a pesar de lo difícil que sea para ti creerlo.

  Respétate

Entendiendo que no siempre podrás tratarte bien o poder ponerte a ti misma en primer lugar. Pero, en la medida de lo posible, no olvides respetarte.

Respetarse implica darnos ese lugar que otros no nos pueden darnos.

Respetarse es validar las emociones, sentimientos y esas emociones intensas que a veces no sabemos gestionar.

Respetarse es alejarse de lugares o personas que te hacen vivir lejos de ti.

Respetarse es cuidar el trato que te das y estar a la altura de cómo quieres ser tratada en otros lugares.

Cuando no puedas amarte, no olvides respetarte.

Descubre tus necesidades y sé responsables de ellas

¿Cuáles son tus necesidades? ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que quieres para ti?

Sé responsable de tus necesidades afectivas, emocionales e incluso materiales. Deja de esperar que los demás sean quienes se encarguen de ti. Te puedes valer por ti misma, te puedes sostener, puedes cuidar bien de ti. Puedes saciar tu vida y ser feliz contigo misma.

Cuando no puedes saciar tus propias necesidades caes fácilmente a la dependencia emocional, dejas que otros sean quien dirija tu vida. Y vives en con deudas emocionales que no podrás pagar.

Te tienes a ti, ya eres suficiente.

Vuelve a ti

Haz las paces contigo.

Vuelve a ti, perdónate. Aléjate de esos “deberías” y quédate con lo puedes hacer y gestionar en tu vida.

Vuelve a ti, suelta las personas que te han soltado.

Vuelve a ti, aférrate a estar bien contigo, estar disponible para ti.

Vuelve a ti, sé tu prioridad, tu primera opción a la hora de tener un lugar para apoyarte.

Vuelve a ti, eres tu templo, cuídalo e intenta honrarlo con amor. 

Alexa Dacier

Psicóloga clínica

Terapeuta sexual y de pareja

Loading

Escrito por

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.