Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 29 segundos

¿Quiénes somos después de una relación que dejó de funcionar?

Te miras en el espejo y ahora mismo te desconoces por completo. Intentas sonreír de la misma manera que lo hacías antes y ahora es imposible. Tienes heridas que cuestan cicatrizar y llevas una mezcla de sentimientos que no sabes cómo gestionar. Esta nueva versión de quién eres te impresiona en todo el sentido de la palabra, una parte de ti murió cuando esa relación terminó. Ahora mismo no quieres saber nada sobre el amor y mucho menos abrir de nuevo tu corazón. Tienes una lista de decepciones acumuladas que, si valieran dinero, ahora mismo fueras millonaria. Otra ruptura ha llegado a tu vida y con ella vives un caos emocional y te sientes un poco en guerra contigo.

El amor no es para siempre en algunas ocasiones con la misma persona, duele aceptarlo, pero, cuando la ruptura llega nos enseña que a veces necesitamos otro lugar para conocer el amor.

Cuando una relación termina el sentimiento de desolación se hace presente, la soledad y la sensación de vacío nos acompaña durante un buen rato. Llega lo que muchas veces no sabemos gestionar, el duelo, un proceso demoledor donde tenemos que vernos cara a cara con nuestras carencias emocionales y nuestros mitos sobre el amor.

Después de la ruptura, aunque sea duro vivir el proceso, es necesario conectar con ese dolor y darnos el permiso de sentir, rompernos, llorar, amarnos y sobre todo entender que, aunque esto duela, es necesario pasar por ese infierno emocional para poder sanar y entregarnos de una manera más sana en una próxima relación.

¿Qué sentimos después de una ruptura?

Una ruptura es un proceso de dolor, nos rompemos, nos perdemos y a la vez nos cuesta entender lo que estamos viviendo.

A veces decepción, tristeza, desolación, incertidumbre cara a ese futuro sin esa persona. Si ha sido una ruptura por una tercera persona, sensación de abandono y sentimientos de inferioridad. Un abanico de emociones y en muchas ocasiones suelen ser emociones que no habíamos sentido antes. Ahora mismo lo que estas sintiendo son emociones y ellas llegan para decirte un mensaje, escucha con atención y mira que tienes que mejorar en tu forma de amar.

El dolor es real, te estás despidiendo de alguien y a la vez de una relación que era tu proyecto personal que más ilusión te hacía. Ahora toca seguir sin esa persona, reconstruir los pedazos rotos que ha dejado el final de esa relación. Ahora solo te toca cuidarte más, valorarte mucho más, quererte más y aprender a estar bien contigo. 

¿Para qué sirve esto?

Este es un viaje donde te vas a reencontrar con una nueva versión de ti, una versión más madura en el tema del amor. Una versión capaz de reconstruir cuando creía que no podía hacerlo. Y aunque el dolor está poniendo tu vida en pausa, ya verás como esto te va a servir más adelante para algo. “Eso quiero creer, que algunas de las cosas que nos suelen pasar, tienen un porqué y un para qué”.

Intenta que todo aquello que estás sintiendo no te lleve a perder tu esencia. No te alejes de ti, no te descuides de ti y mucho menos dejes de quererte porque una relación ha terminado.

¿Cómo volver a ser yo misma después de una ruptura?

Cuando la tristeza desaparezca, la decepción, la desolación no sean emociones que te cueste gestionar, volverás a ser tú. El tiempo nos puede servir para reconstruirnos, aceptarnos y volver a amarnos. Volvemos a ser quien éramos cuando hemos hecho las paces con nuestro pasado y cicatrizar esas heridas que tanto dolor nos causaron. Es un proceso interior que requiere mucho amor y paciencia de nuestra parte.

Como sucede con muchos procesos personales es importante poner de nuestra parte para volver a estar bien uno mismo. Volvemos a ser uno mismo respetando nuestros procesos emocionales y cuidando de la mejor manera posible la relación personal que tienes contigo misma.

¿Qué necesitamos para ser quien una vez fuimos?

Detente un momento y realiza un mapa emocional de cómo vas en tu proceso, analiza qué cosas hasta ahora te impiden sanar, perdonar, soltar y cicatrizar esa herida que tanto te cuesta gestionar. Quizás no seas el 90% de la persona que fuiste durante esa relación, pero, de seguro serás el 100% de la persona que mereces ser luego de haber pasado por ese proceso.

·        Terapia: si llevas tiempo sintiendo que estás perdida y que no tienes la menor idea de quién eres después de esa ruptura, busca urgentemente ayuda de las manos de un profesional de la salud mental. No pasa nada si llega un momento de tu vida que no puedes con todo. Y aunque te gustaría ser “fuerte” en medio de este proceso no olvides que tienes el derecho de derrumbarte, romperte y dejar que otros te acompañen”

·        Cuida mucho de ti: Sé esa compañía que te gustaría tener. Sé esa relación que tanto habías deseado en otros lugares. Sé la persona que quieres tener cerca. Cuida mucho de ti, te necesitas cuando hay mucho dolor presente en tu vida. Y a pesar de lo duro que es el desamor, no olvides que tú eres tu mayor prioridad.

·        Grupo de apoyo: no te alejes de esas personas que te quieren, son la mejor medicina para lidiar con el desamor cuando este se hace presente en algunas ocasiones. Ellos te van a ayudar a recordar y no olvidar quién eres. Soy de las personas que apuesta siempre en que las penas se viven mucho mejor cuando tenemos donde apoyarnos.

·        Deja ir:  Y sé que este proceso no es tan sencillo como se lee, es un proceso, pero, ahora mismo la relación no ha funcionado y sería bueno que eso sea un motivador, para no aferrarte a lo que ya no es y quizás no vuelva a ser.

·        Reconstruye tu autoestima: no eres insuficiente por ese final. No hay nada malo en ti por ese final inesperado. Está bien si alguien ha decidido no seguir a tu lado. Eres suficiente a pesar de que otros dejen de quererte.

Alexa ❤

Imágenes de: Adobe Stock

Loading

Escrito por

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.