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Los celos y el amor

En consulta llegan personas que quieren dejar de ser celosas, muchas de ellas creen que se trata de algo malo que llevan dentro. Y siempre tengo que recordarles que las personas no son celosas, ya que las emociones no se pueden eliminar por más intensas que sean en algunas ocasiones. Luego tenemos la otra cara de la moneda, personas que creen que celar es una muestra de amor, cuando no tiene nada que ver. Entre los mitos más frecuentes del amor romántico encontramos los celos, muchas personas han amado creyendo que, si no hay celos, el amor no está presente.

Aunque no lo creas, los celos no son buenos, tampoco malos, es una emoción tan válida como sentir amor, pasión o ilusión por alguien. Lo que pasa en muchas emociones es la intencionalidad que le damos cuando aparece, dígase la gestión emocional que hacemos con lo que sentimos. Los celos se convierten en algo “malo” cuando acudimos a él para manipular o controlar a la pareja. Desde ese escenario convertimos el vínculo afectivo en algo insano, porque en una relación donde la otra persona no sabe gestionar sus celos, sufren ambas partes. Nadie es feliz en una relación donde la otra persona vive dudando o vive en desconfianza con la pareja.

Como cualquier emoción es necesario ir a la raíz y ver que hay detrás de lo que estamos sintiendo. Los celos son el reflejo de algo que está sucediendo o ha sucedido en relaciones anteriores, ejemplo, puede ser las secuelas de una infidelidad. La falta de compromiso que han tenido algunas personas contigo, las deslealtades que has vivido. Y aunque nos cueste aceptarlo hay personas que nos proporcionan inseguridades, nos hacen sentir pequeñas, insuficientes como pareja. En ese lugar es necesario identificar qué patrones estamos repitiendo.

Para hablar de celos también necesitamos hablar de autoestima, porque para poder lidiar con dicha emoción, necesitamos ver cómo estamos a nivel emocional con nuestro amor propio. Porque cuando estamos en paz con lo que valemos y podemos aportar a una relación, no dejaremos que los celos controlan del todo quiénes somos.

Detrás de un comportamiento celoso, que es el término correcto que deberíamos utilizar, existen otras emociones, miedo, ira, temor a ser abandonadas, temor a no ser suficiente. Es una mezcla de muchas emociones que a veces no sabemos “gestionar”.

Muchas personas sienten culpa a la hora de reconocer que celar es parte de expresar o dar amor en una relación sentimental. No deberíamos sentir culpa por lo que sentimos, por y para algo llegan las emociones y cuando los celos llegan debemos aprender a escuchar qué quieren decirnos.

Deja de decir que eres una persona celosa, eres una persona con emociones y punto.

¿Qué tipo de celos hay?

El tema de los celos es muy complejo y por eso debemos diferenciar y conocer algunos tipos de celos muy frecuentes en nuestra forma de vincularnos con otras personas.

·        Celos de pareja

Los celos son más frecuentes en el amor, es ahí donde surgen más está emoción. Por miedo a perder a esa persona o que se repitan cosas del pasado. Incluso algunas personas acuden a los celos como escudo de protección. “mecanismo de defensa”.

Muchas veces los celos en pareja surgen por un miedo irracional a perder a la pareja.

Los celos no gestionados pueden transformar las relaciones como algo tóxico.

Celar a la pareja tiene que ver con nuestra falta de confianza en la relación. Analiza qué cosas te están alejando de confiar más en tu pareja.

·        Celos por patológicos

Los celos patológicos en muchas ocasiones no tienen nada que ver con algo real que está sucediendo en la relación. Es ver cosas que no existen. Desconfianza constante con la pareja. Inseguridades que no se pueden gestionar en la relación.

Aquí el vínculo es tóxico en todo el sentido de la palabra. Peleas constantes. Comportamientos posesivos. Sentimientos nocivos.  

·        Celos reactivos

Este tipo de celos surgen por algo específico. Ejemplo: ver a tu pareja tontear con otras personas. O las salidas de tu pareja de fiesta sin llevarte. Este tipo de celo es frecuente después de una infidelidad, como ha sucedido una vez se puede repetir.

·        Celos ocasionales

Los celos ocasionales son los menos dañinos o destructivos. Son celos que aparecen de forma instantánea y desaparecen rápidamente. No suelen dejar secuelas en la relación.

Suele surgir por cosas puntuales, en la primera etapa de la relación cuando no sabemos con claridad si la relación será algo exclusivo o pasajero. Al identificarlos con tiempo podemos establecer una relación sana, estable y con mayor confianza.

·        Celos ocultos

Son aquellos celos que nos cuesta aceptar o expresar por miedo a perder a la pareja. Muchas personas al ocultar este tipo de celo, lo que hacen es mostrarse superior en la relación. Es una forma insana de comportarnos en el amor.

·        Celos exagerados

Aquí la persona suele inventar o acusar sobre situaciones que no han pasado. Es el buscar justificar lo que siente incluso acudiendo a las mentiras.

·        Celos posesivos

Poseer no es amar. Nada que ver con el amor. Tu pareja no te pertenece, no es un objeto. Este tipo de celos pueden ser los más destructivos, ya que estos van muy relacionados con el maltrato físico o psicológico.

·        Celos proyectivos

Los celos proyectivos son aquellos que llevan a la persona a ser infieles y proyectan dichos deseos sobre la relación. Para no aceptar que no pueden ser fieles, hacen creer a la pareja que tienen miedo a ser engañados o utilizados.

·        Celos retrospectivos

Celos que surgen por el pasado de la pareja. Es la obsesión por el pasado amoroso de la persona que dices querer. Es sentir celos por personas que ya no están. Esto lo único que hace es destrozar la relación. Al igual que tú, tu pareja tiene un pasado y dicho pasado merece ser respetado.

Tengo un lema sobre este tema “lo que no fue en tu año, no te hace daño”.

Alexa ❤

  Imágenes de: Adobe Stock

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Escrito por

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.