Tiempo de lectura: 6 minutos

Hay días en los que todo parece demasiado. La mente no deja de hablar, el cuerpo se siente pesado y el corazón late con un ritmo que no logramos calmar. Hay momentos en los que lo único que quisiéramos es que alguien nos dijera: “Todo va a estar bien”, aunque no sepamos si creerlo. Son esos días en los que sostenernos a nosotras mismas parece imposible, cuando el dolor parece más grande que nosotras.

Pero ¿por qué pasa esto? ¿Por qué nos cuesta tanto creer que podemos acompañarnos en nuestros peores momentos?

La respuesta es compleja. No tiene que ver con falta de fuerza o de carácter, sino con historias, aprendizajes y heridas que han moldeado nuestra relación con nosotras mismas. Aprender a sostenerse es un acto profundo de amor propio que muchas no aprendimos de pequeñas, y eso no es nuestra culpa.

Crecimos sobreviviendo, no sosteniéndonos

Desde niñas, a muchas de nosotras nos enseñaron a “ser fuertes”, a no llorar demasiado, a no molestar con nuestros sentimientos. Quizás escuchamos frases como: “No llores, que no es para tanto” o “Tienes que ser valiente”. Aprendimos a ocultar nuestro dolor para que nadie se sintiera incómodo, a cargar con emociones que no sabíamos gestionar, a desconectarnos de nosotras mismas para poder seguir adelante.

Así, la infancia y adolescencia se convirtieron en una escuela de resistencia, no de sostén. Nadie nos enseñó a abrazarnos cuando dolía, nadie nos explicó que está bien necesitar consuelo, que es humano pedir ayuda. Crecimos creyendo que teníamos que resolverlo todo solas, y con el tiempo esa creencia se transformó en una barrera que ahora nos impide confiar en nuestra capacidad para sostenernos.

No es que no seamos fuertes. Es que nunca aprendimos a sostenernos con amor.

Resistir no es sostenerse

Hay una diferencia enorme entre resistir y sostenerse. Resistir es aguantar, sobrevivir al caos sin permitirte sentirlo del todo. Sostenerse es acompañarte en medio de la tormenta, es recordarte que, aunque llueva, puedes buscar refugio en ti misma.

Resistir es funcionar como si nada pasara, aunque por dentro estés rota.
Sostenerse es darte permiso de llorar, descansar, pedir ayuda, sin sentirte débil por ello.

La resistencia te desconecta, el sostén te reconecta contigo. Resistir es apagar las emociones para poder seguir; sostenerse es aprender a habitarlas sin que te destruyan.

Por qué desconfiamos de nosotras mismas

Creer que podemos sostenernos requiere confianza, y esa confianza no siempre está ahí. Hay varias razones profundas:

  1. Nunca tuvimos modelos de autocuidado.

Si creciste rodeada de personas que no sabían sostenerse, ¿cómo ibas a aprenderlo? Muchas veces nuestros cuidadores hicieron lo que pudieron, pero ellos tampoco sabían cómo acompañar el dolor.

  • Hemos aprendido a priorizar a los demás.

A muchas nos educaron para cuidar, no para cuidarnos. El amor propio no se enseñó como un derecho, sino como algo egoísta.

  • Vivimos en una cultura que glorifica la fuerza.

Nos repiten que hay que ser productivas, independientes y siempre sonrientes. Llorar o pedir ayuda parece una debilidad.

  • El miedo a nuestra vulnerabilidad.

Tememos que, si nos permitimos sentir el dolor, nos va a desbordar. Pensamos que abrir la puerta a las emociones nos hará caer en un pozo sin salida.

  • Heridas no sanadas.

Hay dolores antiguos que siguen vivos y que resurgen en momentos difíciles, haciéndonos sentir indefensas.

Todo esto hace que, cuando llegan los días difíciles, nuestra primera reacción sea dudar de nosotras mismas.

Sostenerse es un acto de amor propio radical

Sostenerse no es una técnica que se aprende de la noche a la mañana, es un proceso que implica paciencia, autocompasión y reaprender a relacionarnos con nosotras mismas. Es radical porque va en contra de todo lo que nos enseñaron:

  • Nos enseñaron a “aguantar”, sostenerse es descansar.
  • Nos enseñaron a no molestar, sostenerse es pedir ayuda.
  • Nos enseñaron a callar el dolor, sostenerse es darle espacio.

Sostenerse es hablarte con ternura cuando tu mente se convierte en tu peor crítica. Es mirarte al espejo con lágrimas en los ojos y decir: “No te voy a abandonar”. Es aprender a ser tu propia amiga, incluso cuando nadie más parece entender tu dolor.

Cómo empezar a sostenerte

No hay fórmulas perfectas, pero hay caminos. Aquí algunas ideas:

  1. Escucha tu dolor.

Dedica unos minutos cada día para preguntarte: “¿Qué siento hoy?”. Sin juzgar, sin querer resolverlo todo. Escuchar es el primer paso para sanar.

  • Ponle nombre a tus emociones.

Nombrar lo que sientes es darle forma. Pasar de “estoy mal” a “siento tristeza y miedo” ayuda a reducir la sensación de caos.

  • Crea rituales de calma.

Una taza de té, un baño caliente, música suave, escribir en tu diario. Pequeños gestos diarios pueden convertirse en anclas de seguridad.

  • Busca un espacio seguro.

Puede ser la terapia, una amiga de confianza, un grupo de apoyo. A veces sostenernos empieza cuando dejamos que otros nos acompañen.

  • Háblate con compasión.

Si tu mejor amiga se sintiera como tú, ¿qué le dirías? Intenta hablarte con esa misma ternura.

Sostenerse no significa estar siempre bien

Es importante entender que sostenerse no es eliminar el dolor ni dejar de tener días malos. Sostenerse no es “ser fuerte” todos los días ni sonreír cuando quieres llorar. Sostenerse es aceptar tu humanidad.

A veces, sostenerse será levantarte de la cama. A veces, será quedarte en ella. A veces, será apagar el móvil y desconectarte del ruido. Otras veces, será buscar ayuda profesional. Todas esas formas son válidas.

Sostenerse es permitirte ser humana.

El regalo de ser tu propio refugio

Hay algo poderoso en descubrir que puedes ser tu propio refugio. No porque no necesites a los demás, sino porque has aprendido a no abandonarte. Eso no significa que nunca necesites apoyo, significa que confías en que puedes acompañarte mientras lo recibes.

Convertirte en tu propio refugio no borra tus heridas, pero te recuerda que no eres solo ellas. Aprender a sostenerse es construir un hogar interior donde siempre puedes volver, sin importar el caos del mundo exterior.

En los peores momentos

Los peores momentos no se anuncian. Llegan de repente, como olas que nos derriban. Y ahí es donde más necesitamos sostenernos. Pero no tienes que hacerlo perfecto. No debes tener todas las respuestas.

A veces, sostenerse es simplemente:

  • Respirar profundo.
  • Llorar sin pedir disculpas.
  • Comer algo, aunque no tengas hambre.
  • Escribir tus pensamientos para vaciar la mente.
  • Recordarte: “Este momento no es para siempre”.

Sostenerse es resistencia con ternura

Vivimos en una sociedad que nos empuja a la dureza: “sé fuerte”, “aguanta”, “supéralo”. Pero a veces, la fuerza verdadera está en suavizarnos. Hablarte con dulzura cuando quieres gritarte. Ser paciente contigo cuando quieres exigirte. Abrazarte cuando lo último que quieres es abrazarte.

Sostenerse es un acto de resistencia. Es rebelarte contra el abandono interior. Es decir: “Me voy a cuidar, aunque todo alrededor me grite que no tengo tiempo”.

Una invitación

Este texto no pretende ser una receta mágica, sino una invitación. Una invitación a que empieces a sostenerte, poco a poco, sin prisa. A que te hables con cariño, a que dejes de castigarte por sentir. A que recuerdes que llorar, descansar y pedir ayuda también son formas de fuerza.

Tal vez hoy sostenerte sea simplemente respirar, poner tu canción favorita y darte un abrazo. Tal vez mañana sea buscar ayuda profesional o hablar de tu dolor con alguien de confianza. No importa cómo se vea, cada gesto cuenta.

Aprender a sostenerte es construir un vínculo nuevo contigo misma, un vínculo basado en amor, paciencia y respeto. No será inmediato, pero cada vez que eliges no abandonarte, estás construyendo el hogar interior que siempre mereciste.

Porque sí, puedes sostenerte. Incluso en tus días más oscuros. Incluso cuando no lo crees posible. Hay una fuerza dentro de ti que quizás aún no conoces del todo. Dale espacio. Dale, amor. Confía.

💌 Este es tu recordatorio de que el dolor no te hace menos valiosa. Sostenerte es un acto de amor que mereces, hoy y siempre.
Con cariño, Alexa Dacier  

Written by

Alexa Dacier

Alexa Dacier / Psicología / Terapeuta sexual y de pareja
Todos necesitamos donde apoyarnos cuando emocionalmente creemos que no podemos más.

Aquí nos damos el permiso para:
Sentir.
Soltar.
Amar.
Aprender a poner límites.
Reconstruir nuestros vínculos afectivos.
Sostener relaciones sanas.
Aplicar la autocompasión.
Cambiar el dialogo interior.